Nuevas opciones y viejos desafíos en el diseño de una agenda tributaria para los países de América Latina por Juan Pablo Jimenez y Dalmiro Moran publicado por CIAT (2021).
La pandemia de COVID-19 ha traído consigo una crisis y una caída del nivel de actividad sin precedentes en el mundo. Las perspectivas económicas globales están rodeadas de gran incertidumbre, producto de la dinámica de la pandemia, que se suma a las urgencias originadas por el cambio climático.
En América Latina, los efectos de la pandemia han siendo más intensos que en el resto del mundo en términos sanitarios, sociales y económicos, además de que previo al COVID la región en conjunto ya mostraba bajos niveles de crecimiento económico, un muy limitado espacio de la política fiscal y conflictos sociales crecientes. Además del elevado nivel de desigualdad y de la conjunción de ineficiente gasto público y estructuras tributarias inadecuadas, la pandemia llegó a la región en un momento de alta conflictividad social desde fines de 2019, relacionado con la percepción de grandes sectores de la población sujetos a grandes y notorias desigualdades y a una baja calidad y cobertura en la intervención pública.
La atención de la emergencia sanitaria tuvo un fuerte impacto sobre las cuentas públicas de la región, las que hacia finales del año 2020 exhibían abultados déficits fiscales. Entre tanta incertidumbre producto de esta crisis y su impacto, sobresalen un par de certezas: el futuro inmediato requerirá de creciente y mejor intervención pública. Existe un alto consenso sobre la necesidad de mayor intervención estatal post-pandemia y la mayor efectividad, en esta coyuntura, de la política fiscal sobre otras políticas económicas. Una segunda certeza es que ello requerirá un aumento del financiamiento público y, en algún momento del futuro cercano, un incremento de la carga impositiva, que debiera promover mayor crecimiento y equidad.